
Lejos de lo que muchos piensan, la historia del tradicional roscón de reyes que consumimos cada 6 de enero con la llegada de los Reyes Magos parece no tener relación alguna con la navidad. A continuación, te contamos la curiosa historia de este tradicional dulce de fin de año.
Un poco de historia
Aunque no hay un dato exacto del origen de este tradicional dulce, todo parece indicar que su historia está relacionada con las saturnales romanas, una fiesta pagana que celebraban los romanos en la que comían, bebían e intercambiaban regalos en honor a Saturno, el dios de la agricultura, y homenajeaban el triunfo de un victorioso general. Para estos festejos, se preparaban unos pasteles de forma redonda a base de miel, dátiles e higos, y eran consumidos por todos. Dicha festividad se celebraba del 17 al 25 de diciembre, coincidiendo con el solsticio de invierno y el fin de los trabajos de campo. Algunos historiadores llamaban a esta celebración “la fiesta del esclavo” debido a que normalmente eran liberados de sus obligaciones o intercambiados con otros dueños. Posteriormente, algunos estudiosos dan cuenta de que en el siglo XII existían algunas referencias del consumo del roscón de reyes de forma muy similar a como lo consumimos en la actualidad, tanto en Francia como en algunos lugares de España.
Una dulce costumbre
Desde siempre, el roscón de reyes fue elaborado con sorpresas en su interior. La costumbre de colocarle un haba dentro, que simboliza prosperidad y suerte, fue practicada desde la fiesta romana. De acuerdo a ello, el esclavo que recibía su porción con el haba dentro quedaba exento de trabajar durante ese día y se le trataba como a un rey. En España, aún se conserva esta costumbre al prepararlo y suele ser consumido durante el desayuno por las mañanas, aunque aquel que se encuentre el haba ya no es tratado como rey sino, más bien, es quien paga el postre. Desde hace algunas décadas, el roscón es preparado con nata, crema de chocolate, higos y miel.
El roscón de reyes en México
La tradición del consumo del roscón, que se extendía cada vez más en España, al inicio entre los nobles y luego entre toda la población, fue exportada a América en el siglo XVI. Distintos países de nuestro continente aún conservan la costumbre de su consumo, como Brasil, Colombia y Perú. En nuestro país, su elaboración y consumo está muy relacionado a la natividad ya que para prepararlo se incrustan en el roscón algunos muñequitos hechos de plástico alusivos a Jesucristo. De esa forma, se representa el nacimiento del niño y se simboliza la necesidad de mantenerlo protegido dentro. De acuerdo al tamaño de la rosca, puede contener uno, dos o más niños. Según la tradición, la persona que al recibir su trozo de roscón se encuentre con el niño, está comprometido a organizar una fiesta y preparar tamales para los invitados durante el Día de la Candelaria, es decir, el dos de febrero.