
Todos sabemos que la salud emocional es tan importante como la salud física. Mantenerla en buen estado es fundamental para lograr nuestra paz y felicidad. Para conseguirlo, el niño que todos llevamos dentro debe estar sano; es decir, las heridas que todos experimentamos en la niñez y que no fueron solucionadas en su momento, deben estar curadas. Solo así podremos reflejar esa tranquilidad en el adulto que somos en la actualidad. Si nuestro niño interior está dañado sufriremos desasosiego y sentiremos angustia y dolor todo el tiempo. Existe un ejercicio muy efectivo para lograrlo, te lo presentamos a continuación.
Curando a nuestro niño interior
El ejercicio parte por entender que debemos ir en busca de nuestro yo niño para comprender qué es lo que le sucede y sanarlo. Para logarlo, acomódate en un lugar tranquilo, en el que te sientas a gusto. Cierra los ojos e imagina el momento en que eras un niño de, digamos, 7 años. Visualiza el aspecto físico que tenías a esa edad, la ropa que vestías, tus gestos de niño. Detente en ese momento y familiarízate con los detalles; el lugar, la decoración, los elementos. Mientras más vívida tengas la imagen, mucho mejor. Luego, imagínate a ti mismo, ya de adulto, al lado del niño. Piensa que en ese momento tienes la oportunidad de, como persona mayor, ayudar a ese niño, preguntarle cómo se siente, qué le inquieta, a qué le teme. Escúchalo, abrázalo, compréndelo. Es el momento de darle el cariño y la comprensión que siempre necesitó. Dile que no sufra y comparte con él.
Los beneficios de sanar nuestro niño interior
Imaginar cómo éramos de niño, viajar con la mente en el tiempo y reunirnos con él es una forma de tomar contacto con nuestro pasado y darnos la oportunidad de curar las heridas que se generaron en esa época. No se trata de buscar culpables ni condenarlos, se trata de encontrar la ocasión de hacer aquello que nunca se hizo en su momento; brindar a ese niño la atención, el cuidado, el amor y la comprensión que siempre necesito y que no recibió. De esa forma estamos curando nuestras propias partes dañadas, reparando las inseguridades, afrontando los miedos, reforzando nuestra autoestima y sanando nuestras emociones. Este ejercicio lo deberás repetir cuantas veces sea necesario; poco a poco vas a notar que tu salud emocional mejora considerablemente, llega la paz, tranquilidad y felicidad necesaria para vivir de forma plena; todo eso se verá reflejado en ti mismo y en tu entorno más cercano.
Nuestros miedos, tristezas e inseguridades actuales son consecuencia de las heridas que se generaron cuando éramos niños. Curar esas heridas es vital para lograr nuestra felicidad actual y llevar una vida sana y plena, libre de preocupaciones, miedos y angustias. Cada vez que sientas emociones negativas que no te permitan avanzar en tus proyectos haz este ejercicio; conéctate con tu niño interior, compréndelo y trasmítele amor y compañía; lograrás sanarlo y, de esa forma, mejorarás tu salud emocional actual.