
Concebir una idea de negocio es mucho más complicado y laborioso de lo que imaginamos. Sobre todo, si consideramos que nos vamos a encontrar con que muchas de ellas ya existen en el mercado y alguien la ha desarrollado, por lo que tenemos que ser mucho más creativos para generar alternativas innovadoras y diferenciadas. Por fortuna, existen algunas técnicas que nos permiten crear ideas y explorar nuestro lado creativo.
Talleres de creatividad y lluvia de ideas
En líneas generales, los jóvenes suelen ser más creativos y osados que los mayores a la hora de generar ideas creativas para negocio. Esto debido a que son capaces de arriesgar más, lo que puede considerarse como un punto a favor. Hace poco desarrollé algunos talleres para generar ideas. Tenía un grupo de jóvenes por la mañana y uno de adultos por la tarde. La diferencia de los resultados era abismal; las mejores ideas las habían generado los del grupo de la mañana.
En esos talleres, aplicaba una dinámica interesante que te voy a compartir. Formaba grupos de seis personas. A cada grupo les daba algunos papelógrafos y plumones. Tenían la tarea de listar diez ideas de negocio lo más alocadas y disparatadas posibles, pero eso sí, debían de sustentar que podrían funcionar como negocio, no importaba lo delirante que sean. Tenían solo veinte minutos para confeccionar su lista. Al cabo de los quince primeros minutos, las listas apenas tenían una o dos ideas escritas. A partir de ahí, cronómetro en mano, les hacía recordar en voz alta el tiempo que les quedaba. Conforme transcurrían los minutos se empezaban a desesperar por completar su listado. El último minuto era un loquerío total, no exagero al decir que casi la totalidad de las ideas fueron escritas en ese momento.
Trabajo en equipo = resultados increíbles
Luego, los grupos compartían sus ideas y todos se asombraban de lo que habían sido capaces de pensar. Al concluir, analizábamos el por qué lograron desarrollar opciones tan absurdas pero muy bien fundamentadas para implementarlas como negocio. Todos coincidimos en que había sido la presión la que los había obligado a pensar; tener el tiempo en contra les permitió utilizar su lado creativo.
Muchas veces, la necesidad y la presión nos obliga a ser creativos y nos desafía a encontrar soluciones. Sin esos elementos de por medio nos dormimos en nuestros laureles, con nuestro subconsciente en estado de reposo. Ante la falta de recursos, nuestro cerebro actúa intentando conseguir soluciones que nos permitan afrontar esas limitaciones, con resultados realmente asombrosos. La necesidad de espacio hizo que los ingenieros japoneses pensaran en ganarle terreno al mar para construir su aeropuerto; el poco espacio cultivable en Israel hizo que perfeccionaran su técnica de desarrollo agrícola en espacios reducidos, hoy exportan sus cosechas mucho más que países con diez veces más extensión de tierra.
Si queremos identificar buenas ideas para un negocio, debemos aprender a desafiar nuestras propias limitaciones, romper paradigmas y salir de nuestra zona de confort. Solo así podremos estar seguros de que las ideas van a ir apareciendo. Los resultados nos asombrarán.